A día de hoy, como sociedad ya hemos asumido muchos conceptos arquitectónicos que ya estaban presentes mucho antes de que naciéramos, de forma que no nos hemos planteado darnos el espacio ni el tiempo necesarios para reflexionar sobre el origen de estos continuos patrones en la arquitectura, presentes en cualquier época, cuando en realidad, estos elementos no surgen de la nada, sino que proceden del análisis y la comprensión más puros del ser humano sobre el primer entorno que nos rodeó como especie, hablamos de la naturaleza.

A continuación, comentaremos una serie de similitudes entre elementos arquitectónicos y elementos de la naturaleza que podrían haber sido la inspiración necesaria para desarrollar los conceptos que tenemos tan asumidos y normalizados a día de hoy.

Troncos y pilares

Los árboles, ya sean pinos, robles, abetos, o cualquier otro, siempre mantienen una estructura similar. En primer lugar, unas raíces que actúan como soporte y unión a la tierra. Cuando hablamos de pilares, estos también necesitan un soporte que los mantenga firmes para poder transmitir la carga al terreno, que en su caso podrían ser las zapatas. Por otro lado, en cuanto a lo más destacado de los árboles, encontramos el tronco, una forma vertical perpendicular al suelo que soporta toda la carga que se encuentre por encima de el. La propia forma del pilar, vertical y perpendicular al suelo, que también busca mantener la carga superior, es esencialmente idéntica a la de los árboles.

Ramas y arcos

Continuando con la estructura de los árboles, la copa de estos, en la que residen la mayoría de las hojas y frutos, es una zona que se extiende naciendo del tronco hacia los alrededores a través de diferentes ramas, sin un soporte necesariamente perpendicular al suelo. A través de esto he reflexionado vinculándolo a la evolución de los arcos. La función principal de estos arcos es transmitir la carga de la dovela clave a las dovelas salmer, o en lenguaje coloquial, transmitir la carga que recibe desde su punto más alto a los laterales del arco, de forma que se pueda abrir un espacio o hueco que permita la comunicación entre ambos lados de un muro. Pero volviendo a la relación, la forma de estos arcos en esencia es realmente muy similar al funcionamiento de las ramas de los árboles, aunque bien es cierto que las ramas son soportadas desde su punto más bajo, a la inversa que con los arcos, el resultado final de soportar algo superior dejando un espacio por debajo es el mismo.

Escaleras y montañas

Este último apartado es algo más abstracto y rebuscado que los otros dos, pero en el fondo se trata de la misma interpretación de un concepto que más tarde se proyecta sobre la arquitectura. Cuando hablamos de montañas, todos pensamos en su característica forma, como una pirámide irregular que asciende mediante un conjunto de pendientes que no necesariamente son proporcionales unas a las otras. El concepto que para mi representan las montañas, es la conexión entre dos alturas mediante un camino, ya sea o no transitable, la unión entre la base y la cima de esta, donde las laderas cumplen con el papel de la comunicación. Trasladando este concepto a la arquitectura, opino que las escaleras podrían haber sido inspiradas gracias a las montañas, pues no son más que un elemento que busca comunicar dos plantas de una edificación, dos alturas, dos espacios, y las escaleras son precisamente ese elemento comunicador, que en las montañas habíamos identificado como las laderas.


En conclusión, hay muchos más elementos arquitectónicos que han sido creados tomando como referencia elementos que residen en la naturaleza, ya que en el fondo, la estructura de la tierra es el resultado de la adaptación del terreno y elementos naturales al medio, que es lo que la arquitectura debería buscar, integrarse en el medio y no destruirlo.